Es necesario un equipo multidisciplinar de profesionales de distintos ámbitos para poder obtener un diagnóstico de SAF o TEAF. No siempre es posible obtenerlo y menos aún si no se sabe o no se recuerda haber consumido alcohol durante el embarazo.

Es muy importante detectar el TEAF/SAF a edades tempranas para poder facilitar cuanto antes a nuestros hijos los recursos necesarios que les ayuden a afrontar las dificultades que su enfermedad conlleva y para que sepan encontrar y poner en valor sus capacidades, que pueden ser muchísimas.

Independientemente del diagnóstico, todas las familias que estamos colaborando en la Asociación siempre hemos sabido que a nuestros hijos les ocurría “algo más” y que no era suficiente con los resultados de todos los especialistas por los que habíamos pasado.

SIGNOS DE SOSPECHA

Porque recorremos muchas consultas y nuestros hijos reciben muchos diagnósticos y precisamente ese es uno de los primeros signos a tener en cuenta y en el que todos los padres coincidimos. Damos “muchas vueltas” hasta que conseguimos respuestas a lo que les ocurre. Los síntomas mas relevantes no suelen aparecer hasta  los 6-7 años y se pueden detectar en el colegio sobre todo cuando aparecen las primeras dificultades de aprendizaje y la situación se vuelve explosiva al inicio de la adolescencia cuando los problemas conductuales se suman a los cognitivos, los profesionales que desconocen este trastorno, no piensan (porque no están formados) que el problema puede tener su raíz en el embarazo de la madre, sobre todo porque no disponen tampoco del historial del niño ni se les ocurre pedirlo.

El consumo de alcohol afecta durante todo el tiempo que dura el embarazo y no existe cantidad segura de alcohol que las madres podamos beber. El TEAF/SAF es una de las principales causas de discapacidad intelectual al perjudicar principalmente al cerebro en formación.

Hay que tener en cuenta que ninguna persona afectada es igual a otra. Cada uno de ellos desarrollará unas capacidades y tendrá unas dificultades que afrontar, pero sí existen algunos signos que resultan significativos y nos pueden hacer sospechar.

En la mayoría de nuestros hijos no se distinguen anomalías físicas visibles. Son muy pocos los que presentan características físicas significativas como las siguientes:

  • Apertura pequeña de los ojos.
  • Surco nasolabial liso (entre el labio superior y la nariz).
  • Labio superior fino.
  • Cabeza pequeña, peso y talla bajos.

Cuando es aún bebé, hay señales que pueden avisarnos pero no solemos darles importancia: el niño pequeño puede tardar en hablar, en empezar a andar, tener rabietas o llanto compulsivo, retraso en el control de los esfínteres…y pensamos que no pasa nada ya hablará….ya andará…y no le damos mas importancia. Casi todos nosotros comenzamos a sospechar y pensar que algo está ocurriendo cuando nuestros hijos llegan a la etapa de primaria en el colegio.

Las dificultades que comienzan a tener durante estos años es otro signo de sospecha.

Nuestros hijos presentan dificultad con las matemáticas (por ejemplo muchos de ellos nunca consiguen aprender las tablas de multiplicar), no saben manejar el tiempo y el dinero por ser temas abstractos, tienen dificultad con la lectura y trabajan mejor visualmente. Son buenos deportistas o músicos, pero les cuesta organizarse en las tareas escolares o los exámenes, no apuntan los deberes, no se acuerdan cuando tienen exámenes y hay que repetirles continuamente las cosas. No entienden las bromas o las segundas intenciones, no aprenden de sus errores, los castigos no sirven y tienden a relacionarse con niños de menor edad y nos suelen encajar en los grupos de su clase, siendo rechazada o incluso víctimas de burlas o incluso chantajes .

Se suelen frustrar con mucha facilidad y la tasa de abandono escolar es muy alta, muchos de ellos no terminan Educación Secundaria.

Son chicos que sienten que no encajan, son muy vulnerables y manipulables, pueden sufrir acoso escolar o incluso ser los acosadores y tienen un alto riesgo de consumir drogas y tener problemas con la justicia. Lo disculpan todo por ser aceptados. Algunos de nuestros hijos tienen además problemas conductuales en el ámbito familiar, son muy impulsivos e incluso agresivos, se escapan de casa y tienen conductas sexuales inadecuadas.

Son muchas las señales de alarma que podríamos observar en ellos. Los padres no somos profesionales especializados en diagnosticar el TEAF o el SAF, pero tenemos a nuestro alcance una herramienta fundamental “nuestra intuición” y es importante que, ante cualquier signo de sospecha que podamos distinguir en nuestros hijos, nos dirijamos a sus pediatras. Estas son algunas características que podríamos observar:

  • Que no coordina bien.
  • Que no presta atención.
  • Que es muy impulsivo.
  • Que presenta problemas en el desarrollo.
  • Que tiene dificultades de memoria a corto plazo y problemas de aprendizaje.
  • Que no habla bien y tiene retraso en el lenguaje.
  • Puede tener un coeficiente de inteligencia menor.
  • Puede tener problemas de conducta y adaptación familiar, escolar y social.